domingo, septiembre 02, 2018

"No me calmaré, y todos lo veréis"

Voy a clavarme cinco clavos
en el pecho;
ya tengo el martillo
solo me falta el valor

Me convertí en lo que tú pedías
te entregué mi corazón
y me arrancaste el espíritu:
No debiste

Soy monstruo de traje y peluca
arrastro una sombra negra
de la tinta más negra

Oh, tengo modales
Nadie sospecha la bestia abyecta
el animal que viola y golpea
que exige su cuota
de sangre fresca

Siempre la tengo dormida,
encadenada en sotano remoto
sepultada en rejas,
tras siete pesadas llaves

Salvo esta noche.

martes, julio 03, 2018

La gente es nazi (y tú también)

No te gustan los migrantes
porque te van a quitar tu trabajo
porque ocupan tus calles con sus mantas
y sus productos, y hablan raro.
Tampoco te gustan porque son negros
admítelo.
La gente es nazi
y tú, el primero.

Me gustaría verte
en un país del que desconoces todo
en el que hablan una lengua rara
en el que te tratan como a una mierda
y encima te exigen que des las gracias.
Vete a Alemania, Pepe, y me cuentas.
La gente es nazi
y tú, también.

No se te ha ocurrido
que a lo mejor no quieren quedarse
que van de paso hacia otro lugar
un lugar mejor
que tu puto pueblo.
Tienen familia, tienen planes, tienen amigos:
igual, que sean como tú
es lo que te da miedo.

No sufras más, te cuento algo:
la gente no es nazi
aunque tú lo seas.

lunes, febrero 19, 2018

Encina, castaño, olivo, avellano

Encina, castaño, olivo, avellano
por favor, escuchad mi canto.

Dejad de agitar las hojas
dejad de retorcer las raíces
que no corra la savia
que no crezcan los frutos.

Mi espalda
echa de menos
los golpes
de vuestras varas.

Mi mano
echa de menos
el agarre
del bastón.

Mi cuerpo yerto
echa de menos
el abrazo
de las tablas.

Encina, castaño, olivo, avellano
por favor, escuchad mi canto.


lunes, enero 08, 2018

Muy refrescante, como tu codo en mi cara

Sé que fue sin querer, sé que no lo pretendías, que no me viste, que me quieres bien, que fue un accidente. Pero al levantarte, me diste un codazo y de un plumazo visité todas las estrellas de la vía láctea.

No lo pretendía, yo no quería, fue involuntario, no suelo ser tan simiesco, tan básico, pero me quedé embobado mirando lo que vendría siendo, o sea, vamos, tu culo en pompa. Me hipnotizó, y me fui acercando como un gato acecha una cinta movida por el viento. Entonces te levantaste y, con el codo y sin quererlo, me rompiste la nariz.


 
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